Madrid 14 de junio 1968, calle Goya y Nuñez de Balboa. Pleno barrio de Salamanca. Allí iba yo, entrando en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, del brazo de José Otero Abeledo, pero que el mundo conoce como Laxeiro, el gran pintor gallego. Me iba a casar con mi guitarrista, el argentino Sergio Aschero. El pintor de Lalín fue nuestro padrino.
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Angeles Ruibal recuerda aquel día en Madrid
Pocas personas nos acompañaron, porque tanto Sergio como yo, no éramos amigos de grandes fiestas, así que invitamos a mi hermana Mercedes Ruibal, que fue la madrina, y su marido Agustín Pérez Bellas; mi hermano José Ruibal y su mujer Consuelo; el periodista Borobó, el critico de arte Moreno Galbán y su mujer Carola; Antonio Bonet Correa y su mujer Monique; Luis Vázquez de Parga y su mujer Consuelo, suegros de mi hermano; la pintora María Antonia Dans; mis maestros Isidro Maiztegui y José Luis Ochoa de Olza, éste con su mujer Luisa. Pero lo que más feliz me hizo ese día, fue irme a casar de la mano de mi preciosa hija, Graciela Baquero Ruibal. A pesar de mi juventud, ya era viuda. María Fux, la mamá de Sergio, nos felicitó desde Buenos Aires.
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Un cura taxista junto a un pintor gallego y genial
Nos casó un cura obrero, taxista, con apellido Vázquez de Parga, que curiosamente, no era familiar de Luis.
Laxeiro, que era de bromear en todo momento, apuraba al cura diciéndole que nos estaban esperando los vinos, tortillas, empanadas, croquetas… hechas por mis propias manos! Como él también estaba invitado, la cosa terminó pronto. Comenzó a pasar las hojas del libro de misa de dos en dos, diciendo que él no podía recomendarnos nada porque era soltero y los que habían escrito el libro también, así que leyó nuestra invitación que decía «El 14 de junio nos juntamos. Te esperamos a tomar un vino a las 17 hs.» Esto le dio pié para decirnos que los niños, después de pelearse, se juntaban nuevamente y eso esperaba que hiciéramos nosotros a lo largo de la vida. Bueno, la unión duró treinta años y once meses.
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Laxeiro, un ser inolvidable
Laxeiro era para nosotros como un familiar muy querido. Mis hermanos lo conocieron en Argentina y le había enseñado a pintar a mi hermana Mercedes. Sabía de mi inquietud por la pintura y varios domingos me invitó al Museo del Prado. Él fue el que me enseñó a gozar y valorar los buenos cuadros. Cuando vivíamos en San Andrés de Xeve me utilizó una vez de modelo para una obra suya. Otro día lo vi, en nuestro campo, observar a varios caballos. Luego abrió un cuaderno de apuntes, que siempre llevaba con él, se puso… con su rapidez de siempre hizo unos trazos… y aparecieron allí esos nobles animales!
¡Gracias maestro!! Como te gustaba que cantara alalás, que algunos me los enseñaste tú mismo, te mando adonde estés uno que he creado a partir de un poema de Rosalía de Castro, nuestra genial paisana
Angeles Ruibal Pontevedra Galicia España
Hermosos recuerdos, queridos e inolvidables.
Un fuerte abrazo mi querida Ángeles