Angeles Ruibal – «Desde que vivo en Cangas, María Soliña me acompaña siempre. El poema de mi querido amigo, el poeta Celso Emilio Ferreiro acude sin pensar a mis labios y lo canto. El 30 de junio de 2016, el Concello de Cangas con su alcalde Xosé Manuel Pazos Varela al frente, le rindió un homenaje. A esta mujer canguense, cuyo apellido real era Soliño, le erigieron una escultura emplazada en el Parque da Palma. Fui invitada a cantarle ese día y la emoción invadió mi alma.
Angeles Ruibal «María Soliño, el personaje histórico»
En 1617 esta parte de Galicia fue invadida por los turcos. El marido de María Soliño, Pedro Barba, que era un armador importante. Él y su yerno caían muertos luchando contra ellos en Domaio. Cuando atacaron Cangas y la península de Morrazo, prendieron fuego a las casas y barcos. Mataron a miembros de casi todas las familias. Con la amenaza constante de los piratas, Cangas y los habitantes que sobrevivieron quedaron en la pobreza. María Soliña y su hija Dominga vivían juntas. La condición de viudas y el capital heredado por María, se convirtió en una obsesión para el poder religioso. La iglesia también sufrió con esos ataques de los otomanos.
Angeles Ruibal «El vía crucis de María Soliño y otras canguenses»
Dos años después del asalto de los turcos se puso en práctica la usurpación de los bienes de las familias cangueses más importantes, herederas de costumbres y prácticas ancestrales. María Soliño fue acusada y condenada por brujería por parte de los seglares y del Tribunal del Santo Oficio de Santiago de Compostela, como ocurriera con otras viudas. El único mal que hacían era reunirse en la playa de Rodeira para recordar y llorar a sus maridos muertos. Como encendían hogueras, fueron acusadas de brujas. Esto me lo contó Celso Emilio Ferreiro que tanto se interesó por su vida y la hizo inmortal con su poema María Soliña. Fue publicado por primera vez en su libro «Longa noite de pedra«.
Angeles Ruibal «El sambenito para María Soliña»
El 23 de enero de 1622, después de pasar por la cárcel y sufrir penosas torturas, María Soliño se desmintió por las supuestas prácticas de brujería. Mostró o más bien fingió su arrepentimiento y fue condenada a reconciliarse con la Iglesia. Le confiscaron sus bienes y durante seis meses tuvo que llevar el «sambenito». Era un hábito especial que obligaban a poner a los acusados arrepentidos. No cabe duda de que la brujería fue el mejor invento del Santo Oficio y de la Iglesia de aquel tiempo. De esto quedaría en nuestro vocabulario popular el dicho de «colgarle el sambenito» a alguien sobre quien pesaba una acusación. Sea esta falsa o verdadera. Como por su estado físico no pudo ser llevada al Auto de Fe en persona, los inquisidores pusieron en su lugar un muñeco de cartón y paja. Éste fue llevado a lomo de un burro por las calles de Santiago de Compostela hasta la plaza donde fue quemado en su lugar.
María Soliña, el símbolo al que cantó Celso Emilio Ferreiro
Prometí en mi nota de la Inauguración de la escultura de María Soliña en Cangas, que en esta segunda entrega pondría la letra del poema de Celso Emilio Ferreiro en gallego, tal como lo canto…
Polos camiños, camiños de Cangas
a vos do vento xemía
Ay que soliña, soliña quedache
María soliña
Nos areales de Cangas
muros de noite se erguían
Ay que soliña quedache María
soliña quedache María Soliña
Baixo os tellados, tellados de Cangas
anda un terror de auga fría
Ay que soliña, soliña quedache
María soliña
As gaivotas sobre Cangas
sonos de medo tecían
Ay que soliña quedache María
saliña quedache María Soliña
As ondas, as ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían
Ay que soliña, soliña quedache
María soliña
Nos areales de Cangas
muros de noite se erguían
Ay que soliña quedache María
soliña quedache María soliña
Angeles Ruibal Pontevedra Galicia España
Pobrecita María Soliña, que injustamente fue tratada como muchas personas de esa época aciaga, que bueno hacerle este homenaje que desde el cielo compartirá con otras almas, homenaje de escultura, verso y tu música y canto, querida amiga con esto ya te ganaste el cielo! Nélida Caracciolo