Al aproximarse cada 15 de febrero, no puedo dejar de recordar aquel día en que Mercedes Ruibal y Agustín Pérez Bellas se dijeron el «Si quiero» ante don Manuel, el cura de Mos. Allí acudimos para acompañarlos, mi madre Aurora Argibay Iglesias, mi hermana Marisa, su marido Maximino y yo con dieciséis años. Los guapos mozos que nos acompañan en la foto, son los compañeros del novio, entre otros Pepe Bar, Fernando Araujo… todos arquitectos como él. En cuclillas, Fernando Gallego metiéndose conmigo y haciéndome reír.
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Angeles Ruibal «Aquella iglesia en las colinas de Mos»
La boda trascurrió más en el atrio de la iglesia y en la sacristía que frente al altar, ya que don Manuel pasaba las páginas del libro a toda prisa diciendo «Esto es todo paja» y los casó en pocos minutos. Fue una boda totalmente atípica. Dentro de la sacristía nos invitó a vino dulce y allí los hombres fumaban a gusto, incluido don Manuel. Pero cuando quisieron salir de la iglesia, el cura les recomendó que escondieran los cigarrillos dentro de las mangas de sus chaquetas, para que Dios y los Santos no los vieran. «Pecado oculto, medio perdonado» dice el refrán.
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Angeles Ruibal «En Vigo nos esperaban con un gran banquete»
Luego nos fuimos a casa del novio donde nos esperaba su familia para disfrutar de un bufet espectacular. Los novios no querían hacer fiesta, pero los padres de Agustín organizaron una reunión inolvidable. Ese día yo estaba muy lejos de saber que mi nuevo cuñado sería fundamental en mi vida. Protector, generoso, gran pintor, escritor y sobre todo muy buena gente. Agustín pagó mis estudios de música. Junto con mis hermanos José Ruibal y Mercedes, creyeron en mis cualidades de cantora y así salí al mundo como tal. Hoy estoy aquí para agradecer a los tres su dedicación y su generosidad para conmigo.
¡Gracias hermanos!! ¿Volverán las oscuras golondrinas del gran Bécquer?
Angeles Ruibal Pontevedra Galicia España