Cuando era pequeña se comenzaba la escuela a los siete años. Mi padre me había enseñado a leer y escribir, bueno escribía con muchas faltas de ortografía, pero se entendía muy bien la lectura. Nunca comprendí por qué si sonaban igual ciertas palabras, había que escribirlas con «V» o con «B». Tampoco entendía para que cuernos estaba la «H» si no sonaba. En fin…Cosas de la ignorancia!!
Aquella escuela de Xeve
Fui con mucha ilusión a la escuela, pero me duró poco. Mi maestra Doña Josefa no hacía más que plantar verduras en un supuesto «jardín». En aquella época había un dicho popular que decía «Pasa más hambre que un maestro de escuela» y si… el sueldo era muy pequeño y por eso tenían que buscarse la vida de otra manera. Así que nos ponía a las niñas que sabíamos más, a enseñar a las pequeñas. Lo que me entristecía era ver a mi vecina Julia, mayor que yo, cavar la tierra para dicha plantación, en vez de estar estudiando.
Huevos y chorizos para la maestra
Otra cosa que tenía esta maestra y muchas de España, es que disponían de una vara de mimbre que solían usar con frecuencia, sobre todo con aquellas niñas cuyas madres no les mandaban huevos, chorizos, etc. La mía lo hacía y jamás recibí castigos.
Cambié la finca por la escuela
Al morir mi padre, tuve que dejar de ir y dedicarme a trabajar en la finca, ya que no entraba en casa ningún sueldo y teníamos muchas tierras que sembrar y animales que atender. Mis hermanos mayores, José Ruibal y Mercedes Ruibal, andaban por América; Marisa Ruibal estaba casada en Pontevedra y Fernando en Ourense aprendiendo el oficio de constructor. Yo me dediqué a todos los trabajos del campo, que era otra forma de aprender la vida y fue maravillosa la experiencia, a pesar de ser una joven adolestente.
Mi maestra del alma, Mariluz Casal
Cuatro años más tarde nos trasladamos a Vigo, para vivir con Fernando, ya todo un empresario. Allí fui a una academia donde estaba Mariluz Casal, una maestra joven maravillosa. Al pasar los años la encontré y me comentó que siempre recordaba el primer día que tomé clase con ella. Me dijo que le pregunté frente a un gran mapa de España «¿En donde estoy yo?» y me dijo que fue la pregunta más asombrosa que le habían hecho y que siempre la comentaba con otros alumnos. Me siguió diciendo… «Lo que más te importaba, era saber dónde estabas parada. Me gustó mucho tu inquietud. Querías saberlo todo. Eras una esponja». Mariluz Casal sigue admirándome como siempre. Esta sí que es una maestra para recordar!! Su madre venía a todos mis conciertos y se sentaba en primera fila, también me quería mucho.
Como esta maestra del porteño Héctor Gagliardi que recita Eduardo Aldiser recorriendo mi Pontevedra querida
Angeles Ruibal Pontevedra Galicia España
¡Qué emoción Nélida! Yo fui alumno de dibujo publicitario en mi adolescencia en la Academia Pitman de Roario!!! Qué mundo tan pequeño. Entonces estaba cursando en el Normal 3 mi carrera que me habilitaba para dar clases, pero no puedo decir que soy maestro porque no he ejercido la docencia, por lo menos en cursos escolares. Siempre preconizo en los medios de comunicación que el maestro y el profesor deberían equipararse en la consideración social con los profesionales de más alto rango. Un abrazo querida maestra porteña desde Galicia
Estimado Eduardo Aldiser, me emocionó hasta las lágrimas su recitado de Héctor Gagliardi, sobre la maestra de 4º grado, esas maestras de antes, con vocación sin importar el sueldo, solo su amor por los niños, yo me conmuevo porque también fuí maestra (de inglés) en escuelas primarias y secundarias,y tambíén en las antiguas Academias Pitman hasta que cerraron en el año 2000, aproximadamente, y tengo todas las tarjetas que mis alumnos me enviaban de recuerdo, tengo dos alumnos que andan por los 50 años y me escriben ahora por internet, y como anécdota, hace muchos años, iba yo caminando por una calle de mi barrio, y de repente para un coche, con una familia joven, la mamá, el papá y tres chiquitos, se baja la señora, y me dice, «Miss Nelly, !!!! y todavía lleva la misma pulsera! Esa pulsera era de plata, y nunca en mi vida me la saqué porque me la había regalado mi madrina para mis 15 años, y esa alumna, que fue de primaria, aún se acordaba de ese detalle, fue emocionante para mí re encontrarla a esa